La hora del pueblo
No cabe duda que la estrategia del Presidente Maduro al convocar una Asamblea Nacional Constituyente, descolocó por completo a la oposición venezolana. La derecha pretendía acorralar a la Revolución, mantenerla a la defensiva, en situación reactiva. Cada hecho de violencia promovido por ellos, cada compatriota fallecido en las protestas, es combustible para sus fines. Compiten entre ellos en redes sociales para ser los primeros en informar la desgracia, responsabilizando en todos los casos a los cuerpos de seguridad del Estado, es decir, al Gobierno, al Presidente. Se negaron sistemáticamente a sentarse a dialogar y ejercer la política con madurez y sentido común y de lo común. Otra vez se lanzaron por el tobogán del atajo. Cada vez que van a pedir orientaciones y autorizaciones a EEUU, se confirma que la orden es derrocar el Gobierno Bolivariano.
Una vez más subestimaron a Nicolás Maduro. Y una vez más, Maduro demostró su carácter democrático y chavista, al poner sobre la mesa la Asamblea Nacional Constituyente. El Presidente se ubicó, no uno, sino varios pasos por delante del caos. El Pueblo pasó a la ofensiva política, social y democrática. Por supuesto, como era de esperarse, la burguesía decidió no participar, alegando leguyelismos sin sustento, y dedicándose a satanizar la iniciativa de convocar al poder originario, aunque en 2016 ellos mismos la planteaban. Su objetivo principal se enfocó en impedir que se efectúen las elecciones para elegir a los miembros de la Constituyente. Para ellos la solución política no puede, ni debe involucrar al Pueblo, a las mayorías. Para la Revolución, no hay solución posible sin convocar al Pueblo como protagonista.
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